Cuentista

En una ciudad desierta, sólo se escucha el pedal desvencijado de una bicicleta vieja, más parecida a un triciclo que a un biciclo. Montado sobre él viaja un cuentista. Giraba y saltaba en su biciclo desafiando la gravedad, pues el cuentista, no creía en ella.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Shing-shang



Es evidente que tanto el sol como la luna, se adoran. Sueñan con el otro, se complementan y en ocasiones son uno.
Sin embargo, jamás se encuentran. Nunca.
Esto los vuelve locos, por más que el sol con su esplendor intenta disimularlo. Siempre permanece detrás por la noche, cuando ella sale. A la luna no le molesta porque esto la hace brillar, esto la hace hermosa.
Muchas veces ella sale y se olvida de que el sol está ahi, le da la espalda.
Pero sólo en algunas noches, las mejores, el sol se acerca tanto que prende fuego la frialdad de la luna y se enciende algo que ya no es ni uno ni otro, que brilla.

sábado, 9 de enero de 2010

Espera



se oye el sonido del charco en choque, del auto pasar. anima la espera. espera que si no lloviera sería menos ansiosa. salgo al balcón, cuido mi taco desde el borde delimitado entre lo mojado y lo seco. permanezco un rato, quién sabe cuanto, en el lugar impecable que da a afuera, al acecho.
me canso y supongo que demora, la lluvia complica. adentro, suelto la cartera que me cuelga. la abro y trato de encontrar los cigarrillos con dificultad por el esmalte de las uñas. busco fuego en la cocina y ahí me quedo, en la nada, mirando el humo quizás.
ya consumido el cigarrillo, me acuerdo de ese tango, fumando espero. tarareo, pero solo un fragmento, me vuelvo reiterativa entonces prendo la música. está puesto el disco que me encanta, me anima. mi mente empieza a danzar...
interrumpe el timbre, por fin llega Ana.

martes, 28 de julio de 2009

Gas


observaba cómo subían las burbujitas de esa bebida insípida. algunas, las más gordas, con más dificultad que otras. hacían un sonido casi imperceptible. las veía juguetonas, quizá porque mi imaginación es demasiado abundante y dispara con facilidad a puntos frecuentes. el vaso de soda, quién sabe cuánto hacía, iba oxidandose burbuja a burbuja, desintegrando su perfecta calidad de soda que contiene en cada pompita. subia entonces por ese canal de agua o de gas, subía una pequeña parte de sí. la perdía.
asi como el gas hace la soda, hace tambien que deje de serlo. pero que alguien diga si no es mas gracioso un vaso de soda que uno de agua, por menos que dure.

miércoles, 22 de abril de 2009

Contra-tiempo


Tomé el subte para aminorar mi demora, no era casualidad, solía hacerlo ya que seguramente, y digo seguramente porque pasaba a menudo, me surgía algún imprevisto por lo cual corría contra el reloj. Esta vez no sería la excepción, los accidentes imprevistos son corrientes en la vida cotidiana, al menos me inclino por esta postura por no decir que se trata de mi vida particularmente.
Bajaba los escalones hasta la puerta del departamento contento porque me sobraban unos minutos, incluso me acuerdo de que me miré en el espejo de la repisa antes de cruzar la puerta, para revisar los detalles de mi imagen. Me veía bien, era un buen día. Al menos hasta ese momento, porque dos minutos mas tarde, cuando descendía por el ascensor, ya no. No había necesidad alguna, porque solo me elevo un piso sobre el nivel del mar, o el nivel de Av. Córdoba, pero son de esas cosas que uno hace por reflejo y por inercia al menor esfuerzo.
En este pequeño trayecto que no tiene más de diez segundos de duración, viene a sorprenderme, con el ascensor ya en marcha, la anciana del D, que ya todos sabemos que está loca, como es de esperar de cualquier vecino. Estoy seguro de que todos ustedes tienen vecinos locos, y no crean que los locos no dicen lo mismo de ustedes. Sin embargo, esta vieja es realmente el vivo retrato del típico vecino del que habla el resto del vecindario. Cuando ya suponía yo que estaba venciendo la terrible batalla del reloj, vinieron a desengañarme tres o cuatro gritos, o mejor dicho aullidos, que dejó soltar la vieja con la que compartía el piso. Decía mi nombre, eso me sorprendió, porque si bien yo también sabía el suyo, nunca me había llamado particularmente a mí.
Seguido de los bramidos, un zapateo de cortas patas con un ritmo que no se correspondía con el físico descalabrado de mi vecina. Acabó confirmándome que ya no tendría mi merecida victoria, al estrechar toda su estructura ósea, ya que su cuerpo no cuenta con mucho más, contra las rejas del ascensor.
Lamenté haberme mirado al espejo. La mujer, si es que así se le puede llamar, no cesaba de gritarme, ya a corta distancia, y cuando su rostro quedo fuera de mi campo de visión hizo un movimiento de agache para volver a ser incluido. Este gesto logro detenerme. Quizás sucede que tengo un potencial débil, entonces comencé a ascender de nuevo y pude ver como su rostro deformado volvía a su estado natural, que no era muy uniforme tampoco.

domingo, 5 de octubre de 2008

Pulso pulso impulso


Contesta, ruge y tan bueno seria que no guarde más.
traaga, regurgita y escupe, sin impunidad, sobre mi rostro, sobre mi rostro sobre el resto.
me toma de la mano, me voltea, me baila, me mueve, me deja. me tira, me empuja, me arroja.
patino, patino sobre él, es que soy inmune? quizá, pero de golpe pierdo el equilibrio, pierde su consistencia, me chupa.
ahora parece que pasara desapercibido, pero acecha, podría aflorar. de todos modos me asaltaria, en vano predecir.
sucio, viocioso, aburrido, estirado, gentil, sugestivo, hermoso, ambicioso, egoista, autista, jugador, obsceno, corrompido, fastidioso, narciso, impúdico.

lunes, 11 de agosto de 2008

Feroz


Sólo atisbé a preguntarle sobre sus horarios, obligaciones, quizá ese fue el error. Solo quería escuchar su voz. Incluso dudaba que al menos él la hubiera escuchado ese día.
Pero me agarró por detrás, traicioneramente, me contestaba como si no fuera el mismo que compartía tardes de fin de semana conyugales, como si nunca hubieramos anochecido al amanecer y amanecido al atardecer juntos.
Me tenía entre sus pesuñas y de a poco me convencía de que yo era un ogro. Mientras esa imágen se definía, él crecía más, mucho más. Hasta que el pequeño ogro no podía ya hacer sonar su propia voz y se apagó.

martes, 13 de mayo de 2008

Caos



abrió el grifo, el agua salía turbia. esperó un momento hasta que se purifique y se enjuagó la cara. tomó aire y se dirigió al living. estaba todo abarrotado de cajas, los fleteros se habían retirado hacía un rato. era una paz tan absoluta que apenas podía tranquilizarse. sobre el sillón había una montaña de libros que llegaban hasta el techo en aquel estrecho lugar.
pensó que tendría que tomarse más de una semana para poner orden al desquicio que la rodeaba. puso a hervir agua para un café que la despavile un poco. estaba sumamente agobiada.
un diálogo tan estúpido la había alejado de su vida real, una dicusión. ella era la que tomaba impulsos, al menos eso creía. y debía mantenerse sólida en su desición. lo estrañaba, si.
aquel lugar resultaba tan ajeno y apartado, no podía soportar la sensación de la espera. "ya voy a estar mejor", no.
mientras tomaba el café miraba a su alrededor sabiendo que todo eso no era suyo, eran pedazos de una vida compartida. no podía apropiarse de nada.
el gato no paraba de husmear todo recobeco y maullaba como reclamando algo muy serio, parece que él también estaba ajeno a toda la situación.
cada sorbo de café le subia el recuerdo de su hogar, de su familia. el muchacho era un despiadado, pero ya no podía distinguirse. siempre fue una relación simbiótica, ya no sabía cuál ra el límite entre uno y otro. creo que esto la volvía loca, si ella quería algo, él también, si tenía planes para las vacasiones, él también. y no la sorprendería que él también pensara esto aquí y ahora, con café en mano, caóticamente en el miamo caos.

viernes, 9 de mayo de 2008

Abismo


suspiró profundo y saltó. le gustaba sentir el vértigo de la caída, el viento en la cara. un salto casi perfecto, lineal, como todos. pero los de ella tenían un encanto aun mayor, quizá su contextura física, era un cuerpito estrecho y derecho. era flexible y rígida, y sus saltos eran lo suyo.
ella lo sabía y con eso jugaba, pero no hacía piruetas como las demás, solo extendía sus brazos y esperaba con los ojos cerrados el contacto con el agua. la delicia de aquella caída podía disfrutarla sin escrúpulos ni pretensiones.
ese día estaba profundamente concentrada, sabía que la observaba, desde algún sitio. le penetraba su mirada sin saber siquiera desde dónde. siempre subía hasta la 7, pero ese día solo se atrevió a llegar a la 5º plataforma. al asomarse al borde, buscó a duras penas con la mirada a aquel muchacho con quien nada había compartido más que una merienda accidental. y ahora estaba allí expectante a su salto que debía ser al menos limpio. aquel encuentro para ella había sido una coincidencia en la cual se desorientaba. su tía había llevado a su casa a cierta amiga de la infancia, a la que acompañaba cierto hijo menor. este niño resultó predominante.
mientras se precipitaba con furiosa velocidad, pensó que no quería decepcionarlo, se había estirado frente a él. su destreza en el salto no era lo que más la enorgullecía, de hecho era algo casi natural. para ella consistía en mentalizar alguna emoción, alguna imagen atractiva que le produzca placer o alguna frase no deseada que producía desprecio, entonces el salto era más fugaz. pero no sabía saltar de algún modo particular.
de todos modos sabía que él no la juzgaría. los chicos no la apasionaban, no solía entenderse con ellos. pero Tom era distinto, soñaba al igual que todos, pero sembraba al mismo tiempo aquella inquietud en todo el que comparta una plática con él.
disfrutaba recordando aquel encuentro. el niño locamente compenetrado en su historia, y ella sorprendida de ser comprendida. nunca nadie le había dicho que estaba encaminada, más bien solía escuchar que debía elegir, que madurar consistía en seguir una dirección. Tom le resultaba mucho más maduro que todas aquellas opiniones ignorantes, y aun podría haberle enseñado cuál era el sendero que ella prefría.
el impacto en el agua helada le anuló todos estos pensamientos. comenzó a hamacarse para salir a la superficie.
no reconocía todas aquellas miradas preocupantes que le rodeaban. estaba mojada y molesta, le dolía la cabeza. tenía una malla profesional puesta, entonces miró a su entorno: una picina. la mancha de sangre en el borde de cemento delató el incidente. prefirió estar muerta. solo un personaje, un tanto extraño, como 10 años menor que ella, la esperanzó. la miraba con ojos de extrañeza y era el único que no hacía el fracasado intento de recordarle algo.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Quimera


poco a poco me iba despegando de la dimensión aletargada. iba reconstruyendo el sueño, de atrás para adelante, de adelante para atrás, pedacito aquí y allá. la sensación familiar en cualquier parte que nunca había visitado.
otra vez? puse la pava a hervir aun con los residuos que dejan turbada la mente. ese personaje que me frecuentaba mientras dormía, qué tendría que decirme?
mientras sorbía el amargo daba vueltas a este asunto, confundido.

martes, 6 de mayo de 2008

Di dietro




sentía cómo cada gota de aire pesaba sobre sus hombros y se transformaba en sudor. pensó que ridiculizaría, que debía estar ya muy colorada. no, no debía saludarlo. acaso no podía controlar sus emociones? esta situación tan simple la llevó a todo esto que no la despertó. prefirió disimular, miraba por la ventana empañada el paizaje de la ciudad fría y gris, porque tenia que ser gris. podría tener algúin color si al menos aquel percance no hubiera interferido tanto en su ánimo.
pero no, no había caso, perdería, así habia sido siempre con él. cómo hubiera deseado disfrutarlo sin saber, conocerlo después que él pudiera conocerla. ahora nunca pasaría, jamás se abriría a su juicio. claro, el temor le carcomia los simientos. dejaba de ser ella para ser meramente una, no tenía valores, no era diferente si él estaba.
se había sentado justo detrás suyo, pero ella estaba demasiado compenetrada en estas ideas como para haber reparado en algo desde que vio su figura en la parada del bondi. tenía la costumbre de cantinetear todo el día y no tardó en reconocerlo. no pasaron dos minutos que ya estaba reproduciendo alguno de esos temas un tanto singulares. es que no era cualquir tipo de rock, más bien le gustaba la vanguardia, esta vez era spinetta. ella, que estaba dispersa y de golpe todo esto le sonó muy familiar, tomó el libro que tenía en sus manos (en solo una sugerencia a leer, porque descansaba ahí desde que se sentó), abrió la página que marcaba el separador, y clavó la mirada ahí. claro que ahora tampoco leía, lo hacía de reflejo no más.
su voz era chillona y aun asi, a sabiendas, le resultaba de lo más dulce. ahora disfrutaba, de espaldas, sin exponerse a la necesidad de reflejar una expresión, nisiquiera eso. él podía olerla, tocarla, pero no podía verla ni escucharla. era placentero.